Cuauhtémoc es una ciudad pequeña pero orgullosamente multicultural. Somos tres culturas que se han adaptado una a otra para adaptar nuestras necesidades en la vida cotidiana. En las últimas décadas vemos también como la adaptación de el sistema de educación publica ha mejorado a nuestra comunidad. Tenemos muchos jóvenes muy movidos y talentosos, todo encaminado a que adoptemos una sociedad universal sin los prejuicios del racismo o religión.
Las piezas de pintura, cerámica y objetos encontrados en bazares menonitas locales generan todo el contexto de Adaptación.
La pintura de tres niñas abrazándose sin expresión en sus rostros ofrece una sensación de serenidad pactada entre ellas, la inocencia de la infancia. El vestido de la niña a la derecha con su sombrero es una clara referencia menonita, las otras dos pueden ser de cualquier descendencia. Tomadas de la mano representan el empoderamiento que las mujeres pueden tener cuando se apoyan entre ellas. La pintura esta rasgada, marcada con dobleces y rasgada en su piel, en algunas partes destrozada y colgando de una rama cortada. Para mí, esto es algo que he experimentado y he sido testigo una y otra vez. El poder de apoyarnos es a menudo restringido. Permitimos que fuerzas externas nos derrumben, frecuentemente somos nosotros mismos quienes nos desgarramos y perdemos ese bello sentido de inocencia que alguna vez todos abrazamos.
Las tazas de cerámica son un vínculo a la ternura de infancia cuando jugar por horas era nuestra única preocupación.
En nuestra cultura menonita, conocemos el significado de religión y denominación. La importancia de la cabeza tapada para la mujer es una declaración. Esta mujer ha creado su propia máscara y denominación, ella se encuentra ahí pacíficamente adaptándose a tantos cambios alrededor de ella. Las ramas quebradas son un símbolo de su carácter. Esto es solo su máscara.