
Pitaya – Taller Gustavo Pérez
Como describe Consuelo Saizar su cerámica resulta una misión compleja dadas las formas novedosas, las texturas sofisticadas, el estilo a veces abstracto, los colores misteriosos que cautivan al espectador y terminan por incluirlo en el microcosmos de cada una de sus piezas. Gustavo Perez realiza su técnica de una manera casi perfecta, con una clara imaginación de las formas que desea alcanzar, por medio de la fuerza que imprime al moldear, de las incisiones precisas y de los relieves sutiles.
(p. 25, 2012 INBA, Gustavo Perez Obra Reciente).
En Abril de esta primavera me invitaron unos amigos a visitar la ciudad de Xalapa, Veracruz, simplemente para conocer su universidad y algunos talleres de cerámica de alta temperatura en varios estilos de quemas. Cuando visitamos el taller de Gustavo Pérez, Maestro ceramista a quien admiro desde mis estudios en la facultad de artes en Canadá, me emocioné mucho ya que su innovación de la cerámica de alta temperatura me fascina. Su trabajo es académico, intelectual y lleva su propio lenguaje que el encontró buscándolo por varias décadas como me platicó el maestro; Las lineas aplicadas sobre el cuerpo pudieran ser composiciones musicales complementando una estética única sobre formas modernas y arquitectónicas.

En esa visita me invitó a regresar cuando me fuera posible por algunas semanas y hacer un intercambio de trabajo en su taller. Bello ofrecimiento aún sin conocer mi trabajo, me emocioné mucho ya que su perfección me intimidaba un poco pero al mismo tiempo sentía una calidez muy sencilla y bella.
Ya en Julio me dí el lujo de escaparme al Bosque de la Pitaya en Veracrúz donde esta el taller de Gustavo Perez.
Cuando llegué, el equipo del taller estaba limpiando y seleccionando obras por series y me tocó ayudarles y admirar muchas obras maestras desde cerca. Fue una gran manera de introducirme de lleno al taller ya que ver las obras y pensar: ¿como se logra esa perfección y consistencia dentro del material que es la tierra?

Pasando unos días lavando, tocando y observando las piezas era tiempo de descargar el horno de piezas de la quema de bizcocho. Sacamos alrededor de trescientas piezas de tamaño mediano a grandes. Lavando y preparándolas para el esmalte fue trabajo intenso pero satisfactorio. Los maestros Mauricio y Constantino tienen décadas trabajando en el taller de Gustavo Pérez, preparan los esmaltes y guían donde podemos trabajar los visitantes.
Aprendí que la disciplina y la paciencia son herramientas esenciales dentro de un taller de cerámica a esta exigencia. Encontrar un lenguaje propio toma mucho tiempo y es importante aprender de otros y buscar lo nuestro. Con esa combinación técnica e intelectual que aprendí durante mi estancia en el taller de Gustavo Pérez quiero seguir persiguiendo esa iconografía y lenguaje propio que busco constantemente.


Algo muy bonito que menciona el maestro es que a el también le costo mucho tiempo e inversión para encontrar su propio lenguaje, incluso mencionó la importancia de siempre aprender de otros pero nunca olvidarnos quien nos enseño, dar créditos a este nivel de trabajo es sumamente importante.
Aparte del taller y su trabajo, disfrute la Pitaya y el bosque de niebla de esa región. Por la mañana me tocaba caminar cuarenta minutos para llegar al taller desde la casita que rentaba dentro de un rancho. Durante la caminata me distraía con tanta belleza que nos regala el bosque tomando fotografías constantemente. Llegando al taller a la hora del café de la mañana, se disfrutaba un grano árabe local en una taza hecha en taller. Igual se preparaba la comida para la hora de descanso y se compartía con todo el equipo.


Si quedaba tiempo me sentaba a leer los libros de la biblioteca del maestro que incluían en varios idiomas y tomaba notas. Además me sentaba a practicar el torno para mejorar la técnica de crear un cilindro perfecto, ya que es esa forma geométrica es la básica usada en el taller. Ya después de varios días las piezas se dejaban al aire libre para un secado lento ya que el clima del bosque de lluvia en esta temporada es una maravilla en comparación con el reto del clima chihuahuense desértico. Encontrando las piezas en una consistencia perfecta el maestro nos daba demostraciones de varias técnicas que aplica encima de la pieza fresca con trazos, alteraciones e incisiones. Todo en una manera perfecta y sofisticada.


El tiempo en este taller fue corto y solamente tocamos una pequeña parte del proceso de creación, elaboración y toques finales para cada pieza. Algún día espero volver y poder seguir aprendiendo de estos tesoros que aun nos quedan de una época del postmodernismo en el arte.